La realeza española nos está dando momentos inolvidables. Es un
trabajo impagable por España que distrae mucho de otros asuntos. La gran
cortina, o gran Corina, de humo que necesitamos para que hablemos de
temas tan sustanciales y estratégicos para nuestro futuro como la
relación que tuvo Corina zu Sayn-Wittgenstein (el que lo pueda decir dos
veces que levante la mano) con Urdangarin y así nos olvidemos de que
vamos a llegar pronto a un 30% de paro como nos descuidemos.
Es lógico que andemos pendientes de las relaciones bajo ventilador
del sumario que han mantenido todos estos personajes de la bragueta
real. No queríamos monarquía, ¡pues toma monarquía morenín!, con todas
sus braguetas al aire. Al menos el Rey nos pidió perdón y nos dijo que
no lo volvería hacer, aunque no sabemos que es lo que no volverá a
hacer: cazar gamusinos, cazar elefantes o cazar corinas.
Corina es guapa. Al menos en la Casa Real tienen buen gusto eligiendo
a sus "entrañables amistades", eso hay que reconocerlo. Si Corina fuera
un cayo malayo nadie entendería nada, pero viendo a Corina uno ya lo
entiende todo. Hasta que algún que otro periódico abra su edición
dominical con una foto grande de la susodicha y sus declaraciones
exclusivas como eje de la vida nacional de la semana. La braguetarquía
lo inunda todo.
Con trabajos de "a 200.000" a Corina se le va a llenar el despacho de
currículum, incluso mejores que el ridículum vitae del "empalmado",
cuyo único mérito para ganar su fianza ha sido formar parte de la
braguetarquía española, en la que ingresó, obviamente, por la bragueta, y
pasó del balonmano al talonmano sin solución de continuidad.
El Rey no va a abdicar ni se lo plantea, según ha comunicado la Casa
Real, contestando al impertinente del socialista Navarro que pretende
aprovecharse de esta cortina de humo, o quizás Corina de humo, para
tapar sus propias vergüenzas. Todos utilizan la braguetarquía para lo
suyo. Quizás sea el Rey el que menos utilidad le saca a todo este
asunto, que anda el pobre de quirófano en quirófano sin poder disfrutar
de la braguetarquía que tan buenos momentos le dio y, ahora, nos está
dando a todos.
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