"Saben muy bien que para adquirir riquezas hay varios caminos.
Uno, el más largo y penoso, es el del trabajo. Por ese camino la mayor
parte de las veces le sorprende a uno la muerte antes de llegar al fin.
Otro camino, más breve, pero lleno de peligros, es el del manejo de la
ganzúa y la palanqueta.
Pero hay, sobre todo, un camino brillante y seguro: en él la ganzúa se sustituye con ventaja por una ley, y la palanqueta por un reglamento. Hechos la ley y el reglamento en provecho propio, ya se puede entrar con entera confianza en la morada del vecino trabajador y arrebatarle cuanto haya producido con su trabajo. Julian Besteiro.
Durante muchos años la
monarquía ha sido una de las tres instituciones mejor valoradas por los
españoles en los sucesivos barómetros del CIS, sin embargo esta buena
opinión de la ciudadanía sobre la corona se ha visto truncada a partir
del barómetro de octubre de 2011. En este escenario, una parte de la
derecha, que se define a si misma como liberal, parece dispuesta a
sacrificar la monarquía como uno de sus referentes ideológicos caso de
considerarlo necesario para controlar el poder político.
Asistimos
así nuevamente a las maniobras de destacados representantes de la
derecha más populista, a los que con el fin de mantenerse en la
mamandurria lo mismo les da practicar la deslealtad interesada a su
propio partido, que exacerbar desde el nacionalismo más castizo, el más
rancio anticatalanismo, o jalear desde la provocación y la manipulación
de la historia, el debate república-monarquía, con la clara pretensión
de dividir a la izquierda social en su propio beneficio, conocedores del
vértigo histórico que la dictadura grabó a sangre y fuego en el
subconsciente colectivo del pueblo español.
En cualquier caso nada nuevo, son los que Josep Pla denominó acertadamente monárquicos sin rey “tuvo
lugar entonces un hecho singular en este país; a saber la formación de
un movimiento integrado por ex-ministros de la monarquía, a los que
llamaron monárquicos sin rey. Sus nombres todo el mundo los recuerda: en
todo caso, resultan indiferentes. El obstáculo –dijeron los
conservadores republicanos- es la monarquía. En el preciso instante en
que la parte más difícil de la opinión digirió este pronóstico, la
monarquía estuvo herida de muerte.
¿Y la
izquierda?, ¿qué hace la izquierda?. La izquierda asiste atónita ante la
virulencia del ataque desencadenado por la derecha contra nuestro
insuficiente Estado de Bienestar. Mientras la política española transita
por un lodazal de corrupción, la izquierda social se manifiesta más
preocupada por la defensa de los derechos constitucionales que por la
forma de estado. Y así los estudiantes, los trabajadores, los
asalariados, los médicos, los maestros, los funcionarios, los jubilados,
los ciudadanos, clamamos indignados en las calles en defensa de la
sanidad pública, universal, gratuita, una sanidad que fue realidad tras la Ley General
de Sanidad de 1986, contra la que ya votó la derecha bajo las siglas de
Alianza Popular, por la defensa de una educación pública de calidad,
por nuestros derechos laborales, a favor del derecho a la vivienda y la
dación en pago, en defensa del derecho a la tutela judicial efectiva
dinamitado por la ley de tasas, contra la amnistía fiscal y la
corrupción, por un sistema fiscal justo, progresivo, suficiente y en
favor de las libertades civiles conquistadas a duras penas por nuestros
padres y abuelos.
A pesar de
los intentos de este gobierno por criminalizar la protesta pacífica y
legítima de los ciudadanos, estos continúan reclamando en las calles una
verdadera democracia que haga de sus derechos algo más que papel mojado
en manos de unos mercados financieros y unas élites codiciosas y
corruptas. Sólo el tiempo dirá si a pesar de la tradicional
resistencia de la derecha española al progreso democrático, es posible
profundizar nuestra insuficiente democracia en el actual marco
constitucional o si por el contrario continúan vigentes las razones que
llevaron a Manuel Azaña a la ruptura con el Partido Reformista de
Melquiades Álvarez en septiembre de 1923 "dando por liquidada la posibilidad de avanzar hacia la democracia dentro de la monarquía".
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