martes, 26 de febrero de 2013

Una monarquía protegida por la censura / Iñaki Anasagasti *

Así se titulaba el libro que publiqué en 2007. Eran tiempos de opacidad y oscurantismo sobre todo lo que hacía referencia a la Casa Real. La mayoría veía inconveniente que se tratara de romper el muro de silencio que rodeaba una institución como la monarquía, nacida ilegítimamente como herencia de una dictadura corrupta. Sin embargo, siguiendo aquella canción de Raimon que decía que si no rompemos el silencio, moriremos en silencio; acepté el encargo de una editorial que me pidió contara mis vivencias con esta institución. Escrito y entregado el libro, la editorial tuvo la debilidad de enviarlo a la Casa Real para su aprobación. 

Y, como era de esperar, les negaron el plácet. A mí me agradecieron el esfuerzo y si te he visto no me acuerdo. Gracias a Javier Ortiz, que cogió el original y lo editó, pude empezar a romper aquel infranqueable muro de silencio. Hoy, aquellos que me tildaban de pirao callan. Y es que no fue nada fácil ser picapedrero de una institución protegida por la derecha, pero sobre todo por un PSOE que se define republicano, pero actúa como un mayordomo de Corte y por unos poderosos medios que veían peligroso que un nacionalista vasco tuviera la osadía de pedir explicaciones parlamentarias a una institución que "arbitra y modera" pero por sobre todo que es garantía "de la unidad y permanencia de España".

Casi cuarenta años después de que se definiera al rey, como "el motor del cambio", comienza a comprobarse lo que ha sido esta cueva de Ali Babá. Un rey que es hoy uno de los hombres más ricos de Europa, una familia desestructurada y nada ejemplar, cacerías, amantes, comisiones, y el nulo control político en democracia. Si empecé desde la tribuna con mis preguntas parlamentarias en la más absoluta soledad, hoy ya IU, ERC y muchos medios de comunicación han abierto la veda ante la oceánica corrupción de una institución que, dicen, solo se puede sostener en el siglo XXI en base a ser útil y ejemplar. Pues se han lucido.

Siempre que me preguntan por el caso Urdangarin les cuento mi teoría. Un joven deportista, sano, de familia conocida, que deja a su novia para casarse con la hija del rey. Recibe unos cursos y conoce a un tal Diego Torres, un tipo espabilado del que se hace amigo. El duque ve lo que ocurre alrededor de su suegro. Cortina de humo, impunidad e inmunidad, regalo de Bribones y Fortunas, motos y Ferraris, comisiones por gestiones que nadie puede controlar, amantes, apariencia y encima reverencias y ensalzamiento continuo. En ese clima metes a Iñaki Urdangarin, que tenía la ambición a flor de piel, buena planta y el título de duque real, con un profesional avispado como Diego Torres y es como meter hidrógeno con oxígeno. Siempre sale agua.

Urdangarin y Torres hicieron lo que hicieron porque desde la casa del rey solo se les decía que "guardaran las apariencias". Ningún mensaje ético o de reprobación. ¿Cómo iban a tenerlo si el suegro hacía lo mismo pero multiplicado por cien?

Desgraciadamente para ellos no contaron con un juez a punto de jubilarse que, cogiendo un hilito de una pieza separada del caso Gürtel, comenzara a tirar de él. Y ya la cosa no se pudo parar. Sobre todo cuando a todo esto se le juntó una crisis económica de caballo que azuza el malestar ciudadano y cuando además el suegro, en pleno hundimiento, se va de cacería con su amante aceptando una invitación tras haberse conseguido la adjudicación del tren de Alta Velocidad entre La Meca y Medina. Corrupción, infidelidades matrimoniales, insensibilidad ante la situación del país. Una mezcla explosiva.

Ante una situación como esta y tras el anuncio de la abdicación de la reina Beatriz de Holanda, de la misma edad que Juan Carlos, y ante la renuncia del Papa; cada vez más en la Villa y Corte, al calor del caso del yerno, piensan que lo mejor que puede ocurrir hoy es que el rey abdique y venga su hijo Felipe. Veremos cómo va a ir subiendo esta marea tras las presiones para que no se impute a Cristina de Borbón y el escándalo internacional que va a poner este juicio en cuarentena si al juez Castro le dejan terminar su trabajo.

Sería, sin embargo, la ocasión para someter a consulta lo que no se pudo hacer en 1978 cuando se aprobó la Constitución y nos metieron de matute la "monarquía del movimiento" algo que no ocurrió en Italia tras la Segunda Guerra Mundial. Y ahí veríamos si los socialistas que se definen como juancarlistas lo son o más bien son unos señores que se dicen republicanos pero que en el fondo son unos monárquicos de la peor especie. Si aceptan que después de Juan Carlos tiene que venir su hijo y no la república, es que lo que siempre hemos sospechado se va a hacer realidad. Cuando tu sistema político no se basa en el voto popular sino en que un hijo herede la jefatura del Estado de su padre, a eso se le llama monarquía. Y quien lo aprueba y sostiene es monárquico. Un sistema medieval incomprensible para los jóvenes de hoy y para algunos no tan jóvenes.

A raíz del juicio, editorialistas, biempensantes, prebostes, marqueses y duques, socialistas monárquicos como Felipe González... nos van a preguntar si queremos cargarnos el sistema como ocurrió en Italia con los jueces de Manos Limpias. De hecho, están presionando al juez Castro de manera harto antidemocrática. El mismo Consejo General del Poder Judicial le ha pedido explicaciones al titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Palma de Mallorca para que les explique detalladamente por qué solicitó comisiones de servicio para la práctica de varias diligencias en Madrid y Barcelona hace dos semanas. Unos señores que no se enteraron de los suntuosos gastos de su presidente, Carlos Dívar, se han puesto puntillosos por ver si descarrilan la instrucción.

Veremos qué ocurre. Me temo lo peor. La señora Cristina de Borbón, hija del rey, debería estar imputada y procesada. De cajón, si es verdad lo que dijo su padre en su mensaje navideño de hace año y medio de que la justicia es igual para todos. Se le olvidó decir que menos para él, que es irresponsable, como en la Edad Media. Habrá que estar al loro. Corrido el telón, estamos todos viendo en qué consistió el éxito de la modélica transición española de la dictadura a la democracia: impunidad, opacidad, corrupción y falta absoluta de valores éticos y democráticos. Y el mundo observando. Ya era hora.

Todo ello, quizás, fue implícito en la denuncia que ha hecho famosa la joven socialista Beatriz Talegón, quien en la reunión de la internacional de jóvenes socialistas celebrada en Portugal se plantó frente a líderes mundiales de la Internacional Socialista y les criticó que pretendieran promover la revolución desde hoteles de lujo. Su discurso ha corrido como la pólvora por las redes sociales. Talegón sabe que la calle ha dejado de sentir que el socialismo está de su lado.(...)

(*) Senador del PNV

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